El riesgo que comporta vender a crédito a las empresas.
Los créditos por operaciones comerciales con compradores de mercaderías y usuarios de los servicios son uno de los componentes del activo corriente que más relevancia tiene en los balances de las empresas. Consecuentemente, toda operación comercial a crédito implica un riesgo de impago hasta que la empresa acreedora ha cobrado íntegramente la totalidad del importe de la operación con pago aplazado. Así pues, una empresa que haya realizado un volumen importante de transacciones comerciales a crédito tiene una parte muy importante de su activo corriente constituida por los créditos originados por la actividad principal de la empresa, o sea, por clientes. Este elemento patrimonial del realizable constituye para muchas empresas su inversión más valiosa, puesto que supone en promedio el 20% del activo total en el balance de una empresa industrial española, entre el 60 y el 80% en el balance de una empresa de distribución comercial –el porcentaje varía según la actividad de la empresa y su sector–– y representa entre el 90 y el 98% del activo total si se trata de una empresa de servicios. En gran parte, este elevado porcentaje que representan las cuentas de clientes en el balance se debe a que, según el informe “Comportamiento de pago de las empresas españolas” correspondiente al segundo trimestre de 2023 y publicado por la sociedad de información comercial y financiera INFORMA D&B SAU, el plazo medio de cobro en España se situó en 95,64 días.
Además de una inversión, los elementos del realizable formados por los derechos de cobro sobre terceros constituyen un empleo muy importante de los recursos a corto plazo de las empresas. Por este motivo, las cuentas de clientes por cobrar deben ser consideradas como una inversión productiva y evaluadas con criterios de rentabilidad como se haría con cualquier otra inversión empresarial. El estudio de tales inversiones se basa en buscar un equilibrio entre los costes que suponen y los beneficios generados. Las empresas que conceden créditos comerciales a sus clientes han de conocer el coste que supone dicha inversión y el beneficio esperado en el futuro. Si el beneficio esperado supera los costes la operación comercial se puede hacer, pero si los costes son superiores al beneficio la transacción no reporta beneficios y debe ser rechazada.
El riesgo que comportan las ventas a crédito debe ser medido, así como el riesgo que supone cada cliente al que se le concede una línea de crédito. En ocasiones el riesgo es difícil de medir, porque es un concepto que muchas veces tiene una fuerte carga de subjetividad. Las empresas no tienen una bola de cristal mágica que les permita saber si una operación a crédito tendrá buen fin. La disciplina del credit management emplea métodos para evaluar y reducir el riesgo de crédito, pero es imposible garantizar que todas las operaciones tendrán éxito y serán íntegramente cobradas al vencimiento de las facturas. No obstante, el credit management hace caso a lo que dice la sabiduría popular: «nunca hay que poner todos los huevos en la misma cesta», y procura no concentrar los riesgos crediticios con unos cuantos clientes, sino que procura diversificarlos lo más que sea posible. Un principio básico en la administración del riesgo comercial es diversificar al máximo la cartera de clientes y evitar las concentraciones de riesgo con un solo comprador. Asimismo, tampoco es conveniente que una empresa se convierta en el principal proveedor a crédito de un cliente determinado, por esto hay que evitar que la facturación global con un comprador (a crédito) supere el 25% de todas las compras anuales que haga un cliente al conjunto de proveedores; por tanto, es mejor “repartir el pastel” con otros suministradores para aminorar el riesgo.
El ciclo de explotación –también denominado ciclo de maduración, ciclo a corto plazo, ciclo del ejercicio o ciclo comercial– está constituido por una serie de procesos a través de los cuales la empresa recupera los recursos financieros que ha invertido en su activo corriente. El ciclo de explotación es pues el intervalo que transcurre desde que se hace una salida de tesorería para la compra de materias primas destinadas a fabricar el producto objeto del negocio de la empresa, (o la compra de productos terminados si se trata de una empresa comercial) hasta el momento en el que se recupera el dinero invertido mediante la venta de los productos fabricados y su posterior cobro a los clientes que han adquirido dichos productos.
El período medio de maduración económico y período medio de maduración financiero –también llamado ciclo de caja– son dos conceptos muy importantes en finanzas operativas. La reducción del período medio de maduración financiero es uno de los objetivos estratégicos de la dirección financiera y una buena gestión permite aumentar la liquidez de las empresas y disminuir su endeudamiento con los bancos. Hace años se introdujo en las empresas el concepto de stock cero, es decir minimizar las inversiones en materias primas y componentes para la fabricación, el credit management sirve para aplicar el principio de rebajar las inversiones en créditos procedentes de las ventas de productos o prestaciones de servicios. Dicha reducción no se ha de conseguir disminuyendo las ventas a crédito sino acelerando el proceso de cobros de los saldos vencidos de clientes, disminuyendo el plazo medio de cobro, y minimizando el riesgo de las operaciones a crédito de forma que el porcentaje de créditos incobrables sea lo más bajo posible.
El período medio de maduración económico (PMME) puede definirse como el período de tiempo medido en días que por término medio tarda una empresa en llevar a cabo el ciclo operativo de actividad; es decir, la duración media calculada en días de su ciclo de explotación. Por lo tanto, el PMME es el tiempo que en promedio tarda el activo corriente en dar una vuelta. Consiguientemente, el PMME está estrechamente relacionado con el ciclo operativo de actividad de una empresa. Para conocer el PMME hay que calcular el tiempo que en promedio transcurre entre que el dinero sale de caja para comprar materias primas hasta que vuelve a la empresa al haber cobrado de los clientes. El PMME es un dato muy útil para conocer las necesidades de financiación de las empresas y las necesidades de su fondo de maniobra. Su determinación viene dada por la suma de los períodos medios de las distintas fases de actividad: el primero el de almacenamiento de materias primas; el segundo, el de fabricación de los productos; el tercero, el de comercialización de productos acabados; y el cuarto, el de cobro de los créditos a clientes. Al producirse un alargamiento del período medio de cobro se produce simultáneamente una dilatación del período medio de maduración del negocio.
Un principio básico es que cuanto mayor sea el período medio de maduración económico menor será la eficiencia de la empresa. Asimismo, cuanto más largo sea el PMME, menor será la rentabilidad del negocio. Esto es así puesto que necesitará financiar su actividad operativa durante un mayor período de tiempo y necesitará más tiempo para poder recuperar dicha inversión y realizar los beneficios. Por consiguiente, el aumento del PMME implica siempre una disminución de la eficiencia de una compañía, ya que al completar el ciclo operativo en más tiempo, la empresa recupera más tarde los recursos líquidos invertidos en el proceso y no los puede realizar ni reinvertir en el negocio. Otro aspecto importante es que el aumento también supone unas mayores necesidades de fondos para financiar el activo corriente y consecuentemente, implica un importante incremento de costes financieros.
Si las empresas tuvieran que abonar al contado todas sus adquisiciones de materias primas, componentes y otros suministros, bastaría con calcular el período medio de maduración económico para saber el tiempo que, por término medio, tardarían las empresas en recuperar las inversiones realizadas en el ciclo de explotación o cual su período medio de maduración financiero. Pero como la mayoría de las empresas no pagan al contado sus compras a proveedores, sino que obtienen un crédito para pagar las facturas, esta circunstancia hace que el tiempo que transcurre desde que la empresa invierte en el ciclo de explotación hasta que recupera la inversión, sea inferior al PMME; por consiguiente, son menos días los que hay que financiar realmente el ciclo de explotación ya que una parte de este se financia con proveedores y acreedores. Consecuentemente, es necesario calcular el período medio de maduración financiero (PMMF) para conocer exactamente el plazo en el que la empresa debe financiar realmente su explotación. El PMMF –también denominado acertadamente ciclo de caja– es el resultado de restar del período medio de maduración económico el número de días que en promedio tarda la empresa en pagar a sus proveedores; o sea el período medio de pago a proveedores. Por consiguiente, el PMMF comprende desde el pago de las cuentas de la explotación, es decir materias primas, mano de obra, componentes, hasta el cobro efectivo a los clientes. El PMMF viene a indicar el número de días que la empresa debe financiar su ciclo de explotación con recursos específicos.
¿Para qué es útil calcular el PMMF? Como se ha podido ver una parte del ciclo de explotación no se puede financiar automáticamente con el crédito otorgado por los proveedores y necesita una aportación de fondos por parte de las empresas para ser financiada; esta parte es la que corresponde al ciclo de caja. Consiguientemente, el PMMF es el intervalo en el cual la empresa debe sufragar las inversiones o hacer los pagos de la explotación y finaliza cuando se consigue el cobro de los clientes. La duración del PMMF tiene una influencia directa sobre las necesidades de fondo de maniobra de la empresa. Y además el PMMF determina el volumen del activo corriente neto que necesita la empresa para poder llevar a cabo la explotación del negocio. Por este motivo las empresas intentan en todas sus relaciones comerciales conseguir el mayor plazo de financiación posible de sus proveedores, con el objetivo de poder acortar todo lo que puedan el PMMF de sus negocios. Hay empresas que alargando el plazo de pago a sus proveedores han conseguido reducir a “0” su PMMF e incluso algunas empresas –generalmente las grandes cadenas de distribución minorista– tienen un ciclo de caja negativo; esto se produce al recibir más financiación de los proveedores que la que realmente necesitan para cubrir las necesidades de financiación de su período medio de maduración. Estas empresas son las que presentan fondos de maniobra negativos, sin que esto signifique que tengan problemas de liquidez o de solvencia a corto plazo. Las empresas que tienen PMMF negativos se encuentran en una posición financiera privilegiada ya que sus tesorerías tienen excedentes de liquidez que pueden emplear en inversiones rentables.
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Autor: Pere Brachfield, abogado colegiado en el Ilustre Colegio de la Abogacía de Barcelona, ICAB.
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