El mobbing a los morosos

En España todavía se emplean métodos resolutivos para recobrar las deudas de los morosos.

La lentitud de la vía judicial y su baja eficiencia para recobrar a los deudores morosos en España provocó la aparición de empresas privadas que se dedican a la recuperación extrajudicial de deudas empleando el acoso al deudor recalcitrante, lo que en inglés se denomina “Dunning Harassment; este procedimiento es en realidad el hostigamiento practicado por cierto tipo de agencias de recobro contra los deudores pertinaces. Así pues, en lo referente al recobro de impagados, España tiene agencias de recobro de morosos que en pleno siglo XXI todavía utilizan dos de los métodos más resolutivos a la hora de perseguir a los morosos recalcitrantes: por una parte, hay agencias que envían detrás del deudor a un cobrador disfrazado y por otra hay compañías de cobro de morosos que utilizan “métodos expeditivos” para obligar a los deudores a pagar. Estos métodos de recuperación de deudas sólo son utilizados de forma habitual en el Estado Español, por lo que este país se ha convertido en una singularidad en el ámbito europeo –e incluso mundial– de la recuperación de impagados. Por consiguiente «Spain is different» en lo que concierne a la recuperación de impagados, puesto que sólo en el Estado Español, debido al vacío legal existente, se usan estos métodos tan estrafalarios a la hora de hostigar a los morosos. En el resto de los países europeos está absolutamente prohibida la utilización de cobradores disfrazados ya que se consideran una vulneración a los derechos de imagen e intimidad de los ciudadanos y además hay leyes que prohíben el acoso o humillación a los morosos. Asimismo, están prohibidas todas las prácticas que supongan un acoso o persecución a los deudores.

Uno de los sistemas de cobro, es decir, el que utiliza cobradores disfrazados, se basa en el escarnio público del deudor, seguirlo a donde sea y recordarle insistentemente que debe dinero a determinado acreedor. Los cobradores disfrazados persiguen al (presunto) moroso por las calles, lo siguen al lugar de trabajo, a su casa, al club deportivo, etc. Los cobradores disfrazados para desplazarse utilizan generalmente vehículos pintados de negro o de color blanco, en los que han pintado los logotipos y marcas de la compañía en letras muy grandes. El objetivo es estacionar estos coches frente a la casa o la sede social del deudor y mediante megáfonos exigir que pague la presunta deuda, de modo que todo el barrio se entera que allí vive un supuesto moroso. Consiguientemente la humillación pública es el método usado por este tipo de agencias de cobro llegando al extremo de ridiculizar al deudor llevando el acoso físico y moral a límites de mobbing.

Otro de los sistemas empleados por agencias de recobro de morosos que emplean métodos resolutivos, constituyen prácticas de presión que son realmente violentas. Además de realizar seguimientos y visitas en el domicilio de los deudores, también realizan “pressing” para llegar a lo que estos cobradores llaman “la voluntad de pago”. Estos cobradores de morosos dejan en claro que el objetivo es molestar, generar presión, incomodar a la gente llegando a amenazar, coaccionar, insultar y vejar a los presuntos deudores. Las conductas de estos gestores de cobro han sido calificadas por el Tribunal Supremos, por Salas de las Audiencias Provinciales y por Juzgados como constitutivas de delitos de coacciones, amenazas, vejaciones, vulneración del derecho al honor, acoso y realización arbitraria del propio derecho. En cuanto la legalidad de este método de cobro vale la pena señalar que la Constitución Española, en el capítulo de los derechos fundamentales de los españoles, dicta en el apartado primero de su artículo 18: “Se garantiza el derecho al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen”. Consecuentemente enviar a un cobrador disfrazado de Pantera Rosa con un cartel que diga “estoy detrás de un moroso” a perseguir por las calles a un deudor o plantarse delante de su casa o de su empresa, vulnera sus derechos constitucionales fundamentales al conculcar su derecho al honor, su intimidad personal y su propia imagen, pero a pesar de lo que dice la Constitución, sorprendentemente no existe en el Estado Español ninguna normativa que regule a estas empresas de recobro ni los procedimientos que se pueden emplear para reclamar las deudas. En consecuencia, es de esperar que el Gobierno tome pronto cartas en el asunto cuanto antes (como le ha solicitado el Congreso de Diputados), ya que es el único país del mundo civilizado en el que no existe una legislación que prohíba expresamente que las agencias de recobros utilicen métodos basados en el acoso y en perjudicar la imagen de los deudores.

No hay que olvidar que el Derecho Español determina que los únicos que pueden dictaminar si una persona física o jurídica es realmente morosa son los tribunales de justicia puesto que sin una resolución judicial firme nadie puede ser obligado a pagar una presunta deuda ni puede ser considerado definitivamente como moroso. Como ejemplos a seguir por parte de España, tenemos a dos países Latinoamericanos: Perú y Colombia, en los que hasta hace unos años existían empresas de cobro que utilizaban cobradores disfrazados; en Perú los “Hombrecitos de Amarillo” y el Colombia “los Chepitos” que iban disfrazados de Charlot, y dónde se aprobaron leyes que prohíben taxativamente la utilización de cobradores disfrazados que acosen a los ciudadanos. Ahora bien, fue un auténtico fenómeno social la aparición en de una gran variedad de empresas de recobro de impagados, cuyo principal “modus operandi” es la utilización de cobradores disfrazados —nos referimos a las agencias de cobros que utilizan cobradores de impagados vestidos de Pantera Rosa o de torero– y cuya táctica se basa en hacer que el deudor se sienta avergonzado y pague.  Este tipo de empresas basan su gestión en la teoría de que el moroso teme a la difusión pública de su condición, basándose en la presunción de que si se difunde públicamente la información acerca de su costumbre de no pagar nadie le concederá créditos, por lo que el deudor preferirá pagar antes de que se perjudique irremediablemente su reputación. En cambio, si no paga el débito acabará en el más absoluto descrédito.

Los demandantes de este tipo de servicios de cobro son aquellos empresarios que, indudablemente se encuentran en un estado de necesidad económica y desesperación, no han conseguido que sus deudores les paguen y ante la situación crítica que ello supone, están dispuestos a recurrir a cualquier método, con tal de poder recuperar su dinero, o bien, movidos por el espíritu de la revancha, quieren al menos hacer pasar un mal rato al moroso.

La agencia del Cobrador del Frac fue la primera en España en utilizar a cobradores disfrazados para perseguir a los morosos; aunque informaciones recogidas en Argentina apuntan que la paternidad de la idea bien pudiera ser de una empresa de cobros de Buenos Aires que en los años setenta contrató a universitarios a los que vistió de chaqué y  galera (denominación que recibe en Argentina sombrero de copa), les dio maletines de cuero de color rojo brillante en los que se podía leer la leyenda “cobro de morosos” y les mandó en carros antiguos a visitar a los morosos. A estos elegantes cobradores se les llamó “los Caballeros”, y su misión no era cobrar sino poner en evidencia al deudor ante sus vecinos y estimularle a pagar la deuda. El lema de la empresa de cobros era “de frac y de galera le cobramos a cualquiera”. Lo que si es cierto que la gente asocia la imagen de un señor vestido de frac con sombrero de copa y maletín negro (en el que se puede leer el logo de Cobro de Morosos en letras blancas) como el tenaz cobrador que se dedica a perseguir al escurridizo y caradura deudor por todas partes.  Por este motivo, a nivel popular la imagen de un frac y chistera se ha convertido en el ícono del perseguidor de morosos.

En los últimos años al Cobrador del Frac le han salido muchos competidores. Ahora bien, las otras empresas de recobro de impagados han cambiado el atuendo de sus cobradores, y los disfrazan de gaitero escocés, de “El Zorro”, de payaso, de pregonero, de caballero español con capa, de tuno universitario, de monje franciscano, de conejito o de gánsteres de la «cosa nostra». En otros casos se han buscado trajes llamativos como fue el caso de la agencia de recobros que utilizaba al «cobrador rojo» (sin que tuviera significado político), o las agencias que enviaban a un cobrador vestido de verde botella o de amarillo chillón. Incluso una agencia de cobros usaba un cobrador disfrazado de Pantera Rosa para poner en evidencias a los morosos. Curiosamente este disfraz de Pantera Rosa es el que más sensación ha provocado fuera de España, ya que en numerosas publicaciones extranjeras especializadas en el mundo del crédito se ha hablado de «las panteras rosas españolas» que siguen a los morosos por las calles.

Ahora bien, una cosa es la teoría, y otra la realidad, puesto que a muchos morosos recalcitrantes les da igual que les siga un cobrador o cien cobradores disfrazados, ya que no piensan pagar por mucho que les persigan por la calle una legión de cobradores (estos morosos están ya tan desacreditados que la difusión pública de su condición les deja indiferentes). Por lo que con la utilización de cobradores disfrazados bien se podría dar el caso de que un moroso recalcitrante fuera por la calle seguido por una comparsa de cobradores disfrazados enviados por sus acreedores. Y es que si todos los acreedores tuviesen la misma idea de utilizar un cobrador disfrazado que se convierta en la sombra del moroso con el fin de ponerlo en evidencia ante su entorno, la gente pensaría que se trata de una fiesta de carnaval que pasa por la calle y el moroso pasaría desapercibido.

En los últimos tiempos ha entrado en el ruedo una nueva empresa de recobros. Estos días se puede ver por las calles a un cobrador disfrazado de torero, con su traje de luces completo y montera reglamentaria: es «el Torero del Moroso». Aunque se pudiera pensar que este disfraz de torero es solamente una nueva versión de cobrador de morosos disfrazado, sin embargo, de todas las agencias de recobro de morosos que utilizan cobradores disfrazados, el torero de los morosos tiene una especial carga psicológica. Los morosos profesionales son unos auténticos expertos en torear a sus acreedores; son unos maestros en el arte del capote y después de varias faenas dejan a sus pobres acreedores exhaustos y sin haber cobrado un céntimo. Por lo que la revancha del acreedor es enviar al deudor un cobrador disfrazado de torero; por consiguiente, tiene carga psicológica la cosa ya que se cumple aquella antigua máxima que dice «quien a hierro mata a hierro muere». De todos modos, las agencias de recobro de morosos se han olvidado del mejor disfraz para perseguir a los morosos contumaces: el de «teniente Colombo». Puesto que quien mejor que aquel infatigable, latoso y pesado detective de la tele, vestido con su sempiterna gabardina arrugada y mugrienta, para ir detrás del moroso hasta que por agotamiento se rinda y pague sus deudas.

No obstante, respecto al hecho en sí de dar escarmiento a los morosos utilizando un disfraz con la finalidad de denunciar en público su conducta, en realidad históricamente no era que el cobrador el que tenía que ir disfrazado andando por la calle detrás del moroso, sino que era el deudor el que tenía que recorrer las calles disfrazado como castigo por su conducta. Esto era habitual en la Edad Media, cuando el moroso era obligado a disfrazarse (y no el pobre cobrador) y tenía que salir a la calle vestido con una indumentaria llamativa, para que todo el mundo supiera que no pagaba sus deudas. La tradición medieval obligaba a los morosos a pasearse por las calles de la ciudad subidos encima de un burro y vestidos con túnicas con grandes cruces rojas y con un capirote en la cabeza. Durante el paseo todo el pueblo podía mofarse del infortunado deudor, insultarle e incluso tirarle toda clase de objetos. El escarnio público debía servir para escarmentar a los morosos y disuadir a los demás ciudadanos de caer en la tentación de convertirse en malos pagadores; aunque en aquella época los deudores más desafortunados acababan en la cárcel o todavía peor en la horca.

Como consecuencia de lo anteriormente expuesto, los profanos en cuestiones de recuperación de deudas suelen tener un concepto muy equivocado de lo que son los modernos especialistas en recuperación de impagados. La mayoría de la gente piensa que el cobro de impagados es un acto de enfrentamiento con los deudores y que para recobrar impagos se requiere un trato duro para con los morosos. La idea de que para recaudar el mejor sistema es darle caña al deudor se ha extendido a todos los niveles. En la cultura popular abundan los estereotipos sobre los morosos y sobre las técnicas de cobro de deudas; estereotipos que muchas veces son propagados una y otra vez por los medios de comunicación.

En España aún existen muchos mitos acerca del cobro de los impagados y todavía perdura una leyenda negra sobre la actividad de la recuperación de deudas. Y si no me creen, que le pregunten a cualquier profesional del recobro cual es la reacción de la gente cuando en una reunión social le hacen la clásica pregunta: “¿Y usted a que se dedica? Cuando el interrogado informa acerca de cuál es su ocupación: “soy cobrador de deudas”, por lo general el sujeto se ve marginado como si padeciera alguna enfermedad contagiosa, ya que sufre el rechazo –mezcla de la incomprensión, aprensión y recelo– de la gente. Y es que mucha gente aún cree en el tópico de que para cobrar sólo hace falta gritar y amenazar al moroso.

El concepto más extendido es que los que se dedican a la reclamación de impagados son seres cargados de mala uva, antipáticos, siniestros y violentos. Y esta escasa querencia de la gente por las personas que se dedican al recobro, quedó demostrada en una encuesta que hizo una revista sobre la simpatía que despiertan las distintas profesiones; en los últimos lugares del ranking se encontraban los cobradores de morosos y los enterradores. Las personas que se dedican en las empresas a la recuperación de los impagados tampoco son suficientemente valoradas por sus colegas que trabajan en otros departamentos. Y las tareas de recobro –salvo escasas excepciones– son poco valuadas por la dirección de las empresas que en muchos casos consideran el equipo de cobranzas como una sección marginal dentro de la empresa.

Desdichadamente en España todavía no se valora suficientemente a los especialistas en el recobro, y tampoco se les da el reconocimiento profesional ni personal que se merecen.  Los trabajadores especializados en el recobro, por lo general y salvo honrosas excepciones, no reciben las mismas atenciones, reconocimientos y por supuesto retribuciones que los especialistas que desempeñan su trabajo en otras áreas de la empresa, como por ejemplo en el departamento comercial.

 

Pere Brachfield, abogado